Mariposas en el pantano



Mariposas en el pantano


Camina, sin rumbo, ni ton,
aunque con algo de son.
Cree en lo que busca
y por lo que lucha,
aunque no tenga claro qué es.
Siente que algo le canta,
le susurra de aquellas palabras tan bonitas que esconde nuestro idioma,
aunque a parte de ser sorda, no sabe su significado.
Combate a toda clase de demonios
y gigantes,
aunque cuando es Dios como todos se queda expectante.

Tiembla el suelo y suben las aguas,
cambia de rumbo el viento,
al punto de que pareciera que también el espacio.
Aunque hoy no sea 27 de Febrero.
Su pálido rostro, antes vestido de mujer,
se descuaja dejando salir el pecado,
anulando al humano.

En ese momento una gran mano bajó del cielo,
tan negra como sus despintados ojos.
Tomó el mundo y lo dejó caer;
lo acorraló ante las gradas.

¿Será la mano de Portales?
se preguntaban.
Pero al revisar los ataúdes otra vez nada.

Ella corrió por las aguas salvajes,
se olvidó a sí misma,
a su canto,
a su paso,
a su llanto,
a su dolor,
a su calvario.
Aunque los vestigios del pasado se pintaron
en otra chica,
en otra bella,
en otra hiena,
en otra suela,
en otra muda,
en el mismo suelo
y con las mismas mariposas.

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