Ética Universal

Ética Universal

- ¿Por qué me obligas a hacer estas cosas? ¿No sientes nada acaso? - Preguntó el chico mientras se dejaba caer al suelo, con su espalda apoyada en la pared.

Días y noches se habían desvanecido en la persecución, parecía que la chispa se había apagado ya, y con ella, todo rastro de vida. Nada más importaba que este objetivo, esta obsesión, que no aclaró la mente como escribió una vez Mary Shelley, sino la nubló y corrompió hasta que estando al borde del abismo la empujó, e hizo víctima de la gravedad.

- Es divertido verlos sufrir, a ellos por lo que les haces, y a ti por no querer hacerlo. Lástima que no tengas alternativa. A todo esto, ¿por qué? ¿por qué no disfrutas esto tanto como yo? Dejar la línea entre el bien y el mal, kilómetros atrás, ¿no es divertido para ti? - Preguntó una voz, tan clara que parecía susurrar suavemente justo en los oídos del chico.

- ¡No! ¡No es divertido! ¡La gente a la que me obligas a lastimar sufre, y yo sufro también! Ellas...sufren...lo que haces...está mal...está mal...mal. - Vociferó entre lágrimas el chico, mirando a la nada.

- Verás chico. La ética es universal. Pero piénsalo, ¿cuántos universos conoces? ¿en cuántos está mal matar? ¿por qué las reglas del juego serían las mismas en otro tablero?

Esta voz, parecía llegar a los interiores del chico. Cada palabra era una descarga eléctrica, tan estimulante como dolorosa. Un irresistible impulso lo hizo tomar de nuevo el arma, al igual que sus manos, teñida de escarlata. El horizonte entre el bien y el mal estaba cada vez más lejos. Qué divertido.

- ¡!

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